(Viene de Cambio de rasante, y si aún no lo has hecho, deberías leer también cómo se juega a El telar de las Parcas;))
La vida es un rosario de cuentas mal llamadas segundos, pues sin más deberían llamarse «primeros», o símplemente «últimos», siendo cada uno, como es, único, irrepetible, y efímero.
A falta de rosario, Rafael deja sus dedos juguetear con la cremallera de su chaquetón. Todo un puto viaje desde Santander haciendo acopio de valentías que terminaron por no ser suficientes…
Cada segundo que deja pasar, puede ser el último en que la vea…
La observa desde la ventana, cómo espera a que se abra el portamaletas, cómo extrae de él, torpemente, una pesada maleta roja, de esas con ruedecitas… ¿como las llaman?
La mira, la estudia, la mima… se le escapan las últimas opciones de lanzarse a por ella, perder el bus pero ganar quizás un café compartido, saber si, como ha inventado, estudia veterinaria, tiene un golden retriever que se llama Tomás y el brillante color naranja de su pelo rizado lo heredó de su abuela, que era irlandesa…
A lo mejor… si aún… si escribiese su número en el dorso del billete del bus… Puede que solo le queden, quizás solamente, cuatro o cinco últimos segundos…
escribe…
seis-cinco-tres…
De reojo la vuelve a mirar, asegurándose que la pesada maleta aun no la deja marchar…
nueve-cuatro…
Un estruendo se escucha llegar, el típico ruido brioso que siempre hizo a Rafael girarse a mirar, pero hoy…
seis-ocho…
Algo aparece en la cara de Miriam, como él ideó llamarla, sus deliciosas pecas se hacen más evidentes a medida que la luz de unos faros emblanquecen aún más su ya de por sí pálida tez, el sobresalto y el miedo le han pasado de las tripas a los ojos, la boca, el cuello…
El último segundo se congela. El boligrafo en la mano de Rafael, el grito en la garganta de Miriam…
El tiempo, comprimido por unos instantes, una sombra roja cruzando entre ella y el bus, ¿rozándola quizás? Todo el pasaje mirando la calle, buscando el deportivo que despertaba a gritos de bielas la ciudad. Rafael a su Miriam, temiendo quizás que ése segundo fuera, en verdad, «último»…
Un golpe seco. ¡Trolley las llaman! éso es, aunque ya da igual. Diluvian sostenes, braguitas de encaje, blusas sin planchar… Miriam brama, en arameo. Rafael suspira, en alivio, un segundo antes de disponerse a bajar…
Sigue en Frío.
soprendida me hallo eMe…!
Ya sabes jugar Chica Magnética… 😉
Muy bueno, me ha encantado como has tomado el tema del tiempo como leitmotiv 😉 Comienzan, poco a poco, a surgir detalles de ese mundo paralelo, jeje.
😀
Ais, no podría estar más contenta con la definición que me has hecho de mi personaje!!!
😀
Si pudiera, hasta te daba un beso (eso por haberla salvado, claro)
Bueno… me lo puedes guardar no Dirudí? 😀
😛
M… tiene nombre… y pasado!!!
Por cierto, me acabo de dar cuenta de que no te dejé el enlace de donde colgué el cuento…
Cambié el de ahí arriba, que ahora linka a «Cuéntale cuentos al sol»
Ya te enlacé Birubí 😉
ya está listo mi granito de arena ;P
http://beatrizs.blogspot.com/2008/11/aterrizaje-forzoso.html