Ni muy alta, ni muy baja, ni muy gorda, ni muy flaca, tenía dos inmensos ojos verdes que olían a sal, y una boca carnosa que hacía barbacoas a besos, calzaba una serena sonrisa del cuarenta y siete que nunca se quitaba de encima, y aquel verano de los diecisiete años, solo tuvo ganas de pasarlo conmigo. Aunque no tan cerca como uno hubiera querido…

Supongo que fuese donde fuese que estaba, no sospechó la decepción que para mi fue no encontrarla al año siguiente: como si el cielo se nublase y la gente se fuese de la playa en pleno agosto porque ya no hay sol al que tenderse…

Tres años después, cuando casi me había convencido de que la había olvidado, volvió, con su misma sonrisa, con sus ojos verdes y sus ganas de pasar dias conmigo hablando de nada y contándonos todo. Yo, dolido por su ausencia, tratando de sacudirme la parte de mi que a ella le era indiferente, no encontré mejor manera de explicarme que nombrarla por el nombre que para mi, desde hacía cuatro años, secretamente tenía: La Niña Que Hace Veranos.

19 thoughts on “De cuando veranos de tres meses

  1. Jajajaja, a mí me tiene otro nombre que creo que ya ha puesto por aquí, xD, y además, yo sería más bien algo relacionado con la lluvia, ;) jejejej.

  2. Las canciones no las hago «para» eMe. (En realidad no las hago porque no tengo tiempo, pero eso no es lo que iba a decir.) Él es el detonador perfecto, el poeta-o-gente-de-recursos que saca cosas sugerentes que a mí me suenan todas a canciones. A canciones por componer.

    PD: No te pongas celosa, biruliru, que por cada una que tengo a medias para eMe, tengo otra, también a medias, para ti ;)

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *