El otro dia en el coche con Regina y Manu salió a colación el tema de las fotografías pornográficas que han aparecido recientemente representando obra y milagros de diversos santos y vírgenes. Mi opinión es que están fuera de lugar, pero no quiero ir a por esa polémica. Para otro dia quizás.
El asunto es que me enteré por Regina que Santa Teresa durante un tiempo, no fué todo lo santa que a mi me habían contado mis profesoras en el colegio. Claro, yo estudié en Las Teresianas, con lo cual, no sé de qué me sorprendo, pero ya me dió por investigar. La verdad es que no entiendo bien por qué se oculta la parte humana de los santos, cuando es precísamente ése ámbito pecador el que puede servirnos mas de guía. Mostrarnos que a pesar de que uno tenga sus defectillos, puede ser un tio genial e incluso, para el que lo quiera, optar a aparecer en algún altar el día de mañana… (o pasado) Aunque opino que eso también es cuestión de pelas hoy dia, pero bueno. La cosa es que Santa Teresa pudo haber sido un día, una chica más, llamada Teresa de Cepeda y Ahumada que salía de marcha, hacía botellón y le miraba el culete a los chicos.
– Tia, Teresa, creo que Francisco de Asís me tira los tejos
– Que hablas tia? Kiko está por mi, lo que pasa que cuando bebe se pone superpesado, y muy pulpo…
– Jo tia con lo bueno que está, que pena que se le vaya tanto la pinza con las visiones y todos esos rollos
– Ya ves Devo, no sé que fuma, pero acaba mas colgado que espíderman en un rascacielos…
– rascaqué?!
– Ná tia, dejame que acabo de encontrarme con Nostradamus y me ha puesto la oreja como un tomate… Anda ponme un cubatita del ron miel ese tan rico…
Vale que me he comido unos cuantos cientos de años en el diálogo anterior, pero me motiva tanto encontrar frases tan poco esplícitas y a la vez tan reveladoras como la siguiente, que vuela mi imaginación.
«Del relato de Teresa resulta que durante sólo tres meses tuvo “amor a los pasatiempos de buena conversación”, favorecidos por las criadas, con ocasión de peligro para ella y deshonra para su padre y hermanos, juntamente con la afición a las galas y el deseo de contentar y parecer bien;» [Wikipedia]
Y claro, el padre cogió y la metió en un convento, cosa que su «deseo de contentar» se desmadrase, lugar dónde ella no quería estar porque no podían llegar sus amigüitos:
«Ya en el monasterio, los primeros ocho días echó mucho de menos Teresa su falta de libertad. No quería ser monja, y sus adoradores la enviaban recados, mas según su propia frase, ‘como no había lugar, pronto se acabó.'» [Wikipedia]
Riiiiiing!!
– Hola, está la Tere?
– Claro que está, ésto es un monasterio, no te jode!… y tú quien eres?
– Soy el chino, su novio, ¿puedo entrar a verla?
– ¿Como? Venga hombre! fuera!
Riiiiiiiiing!!!
– ¿¿Y ahora quién es??
– Hola, soy Rulas, el novio de Teresa, puede salir?
Lo que mola es que, por propio interés o porque no le cupo más remedio, la cautiva Teresa se reformó, y acabó siendo un ejemplo para mucha gente por su santidad manifiesta. Para mí, pudo haberlo sido por su afán de superación, por su capacidad de reforma, pero llegué a la verdadera historia demasiado tarde… Es por ésto que a veces pienso que la iglesia debería socializarse un poco más. No sé si regalar a los pobres el dinero y tal, que es meter el pie más hondo, pero sí acercarse más a la gente de a pie, mostrar al mundo que los santos no nacieron en los altares, que como San Francisco y Santa Teresa seguro que hubo unos cuantos más. Gente que supo vivir y además convertirse en ejemplos.
No oculten la verdad, siempre es mucho más didáctica que las medias mentiras y las historias dirigidas.
Nota: Espero que todo el mundo sepa interpretar éste post con el buen humor con el que he pretendido escribirlo. No quiero herir sensibilidades, aunque son pocas las personas de cuyas sensibilidades me preocupo.
EME, no tienes término medio. Llevaba días sin leerte y ahora veo que tus post pasan de 10 a 100 líneas(yo exagerada?? Yo andaluza??) 😛
Pero está muy bien, las cosas o se hacen o no se hacen «hacerlas pa’ na»…..
» Quién me dijera jamás, Teresa mía, que fuera eterno manantial de llanto
tanto inocente amor, tanta alegría,
tantas caricias y delirio tano…»
Espronceda.