Atardeciendo

Y un día ella deja de reír… De mirar a tu boca, pasó a los ojos, y al tiempo, al suelo, o a la pantalla del móvil. Se le volvieron perezosos los dedos, y ya no sabe desatar tu cinturón, y cada vez más conversaciones empiezan con melancolías y «teacuerdas». Y te preguntas dónde se …

Reencuentros

Estaba más guapa que nunca, desde que lo dejamos, hacía ya quince o veinte minutos…