Dame un minuto…
Dame un minuto… – dijo. Y salió por la puerta dejándola entreabierta… Y dos. Y siete. Y la vida entera. Y las llaves del coche, lo que haya en la nevera, mis mejores años, mis domingos de sofá, el último trozo de postre, los buenos días nada más despertar… Y la opción de salir huyendo, …