Si hay algo que me han dicho mil veces, -y jode- es que tengo un concepto de la amistad que, como poco, se acabó en el siglo pasado. Que no soy ni muy bueno ni muy malo, que símplemente estoy equivocado, que las cosas no se hacen así, que no se debe esperar esto y siempre estar preparado para aquello, lo del picorcillo en mitad de la espalda…
Otra de mis pasiones sin sentido, como aquella de coleccionar guitarras sin saberlas siquiera coger, es la montaña, que jamás la he pisado y supongo que con la mierda de rodillas que tengo, lo más cerca de ella que voy a estar es el sofá tirado viendo mi adoradísimo Jesús Calleja en su fantástico Desafío Extremo. Pero de pequeño, en casa de mi abuela, en Granada, en esa habitación llena de libros viejísimos alguna vez leí historias de Luís Amadeo de Saboya, el Duque de los Abruzos, y desde entonces no puedo sino mirar con la mas infinita admiración a héroes -para mi- como Sebastián Álvaro, que tantas noches me ha hecho quedarme hasta las una y media de la mañana escuchando la radio para oir diez minutos de sus legendarias historias…
Hace unos dos años, no sé si recordareis la historia de un montañero español, de esos a los que no conocemos los poco entendidos, más habituados a los Oyarzábal y Somarriba, que agonizaba en una cresta del Annapurna mantenido a duras penas con vida merced a la dedicación de un compañero. De un AMIGO.
Uno, con las rodillas hechas harina, se pregunta si hace falta irse al jodido anapurna y enterrarse en nieve para que a alguien le de por ir a desenterrarlo. Sea como sea, me ha emocionado profundamente éste reportaje. Ésto es gente de verdad. De otra pasta no. De verdad:
Informe Robinson: Una vida entregada a la montaña.
«El alpinista es aquel que conduce su cuerpo allá dónde un día sus ojos lo soñaron». Gaston Rébuffat, alpinista.
Uff, con este tema me tocas la fibra sensible… La gente nos mira (me tomo la licencia de llamarme montañero) como si estuviéramos locos. Como dijo Mallory cuando le preguntaron por sus razones para escalar el Everest, sólo dijo: «Por que está ahí».
Pero es que incluso siendo la montaña uno de los deportes más solitarios que hay, el que tu vida dependa del compañero de cordada te hace ver la amistad con una intensidad distinta. Sin mariconeos, un abrazo de cima después de haberlas pasado canutas subiendo, es especial.
Grande Iñaki.
* Kashit0 sueña con ser alpinista.
… y ver el mundo desde su cima con un amigo de verdad… de los que arriesga su vida por echarte una mano… bufffff
Ojalá todos fuéramos alpinistas en nuestras propias vidas, y no nos conformásemos con verlas desde el sofá…
Siempre tendrás a alguien que pueda desenterrarte,creemé, no hace falta irse tan lejos para averiguarlo.
Comparto tanto tu pregunta como el ojalá de Laia.