Llueve. Hace frío. Quedan diez minutos y perdemos de tres. Paliza.
Rafa va a sacar una falta. Yo me quedo atrás, cerrando el campo por si hubiese un contragolpe. Tengo la rodilla hinchada. Palpitando. A cada a impulso noto una punzada.
Llueve. Hace mucho frío…
Rafa saca la falta, mal. El portero rival coge el balón y lo juega con la mano hacia la banda para Ramiro, que corre como si no llevase cincuenta minutos haciéndolo. En segundos me va a encarar.
Hace años, no tantos, cuatro o cinco nada más, antes de la lesión, no me ganaría en carrera. Entonces no existían los dias sin deporte. Salir a correr era descansar, un partido de básket, relajarse… Ganar un kilo una utopía, ni a fuerza de cervezas, -y se hacía fuerza…- entonces encaraba Jose Luís, mucho más rápido, o Jesus Moya, con muchísima más técnica, y entonces les costaba más irse que ahora a Ramiro, que va a llegar hasta mi, le va a costar…
Me protejo reculando, la cara a la banda para obligarlo a salir por fuera y no acabar frente al portero… La rodilla se queja…
Se frena un poco para evitar perder el control del balón y que se lo robe. Por detrás, mi equipo ya ni siquiera baja. El suyo, no sube, un tímido amago de incorporación de un compañero por la banda contraria que Ramiro no tendrá en cuenta. El balón es suyo… Estamos solos…
Acelero para acomodarme a su ritmo una vez que ya lo tengo encima. La rodilla grita. Arde.
Antes, corría por placer. Seis kilómetros a buen ritmo, o dos ‘picándome’ con Jose. Todos los dias. Y disfrutaba dándole caña al cuerpo. Ahora corro con una mueca de dolor en la cara. Absurdo? Noto que no me pesan los años, me pesan las rodillas. Que no sé si podré volver a hacer el Camino. Que no sé si podré seguir haciendo amigos con el fútbol. Que sé que no podré aprender a escalar como Jare.
Ramiro es más rápido, pero para superarme sólo puede hacer una cosa: Un cambio brusco de ritmo, acelerar rápido y con su velocidad tratar de dejarme atrás. Yo estoy cansado y me duele la rodilla. Todos los ases en su mano.
Solo puedo concentrarme, recular a pasos cortos, tensionar… Esperar el hachazo y cuando llegue, saltar adelante, estirar la pierna, golpear el balón… Pero dolerá…
Un día de éstos será el final. La rodilla dirá ‘basta’ y se terminará el fútbol, último reducto de aquél que fuí, el que nunca decía que no a un partido, el que disfrutaba saliendo a correr… Algún día…
Pero mientras tanto, como dice Pérez-Reverte, aunando su épica, por la que tanto nos ha gustado siempre, en una sola frase, al menos sí tenemos derecho a luchar como troyanos y morir como romanos, porque, de hecho, lo bueno que tiene todo esto, es que doblar la rodilla ya no es una opción.
Hace muchos años, a alguien a quien quiero infinito lo desembarcaban en helicóptero para llevarlo urgentemente a la UVI.
Había que amputarle una pierna.
Afortunadamente, entre sus mejores amigos se encontraba un médico Optimista (uy, qué incongruente me suena!) y lo sacó corriendo de ahí.
Le recetó andar (en vez de correr)y ciclismo (en vez de tenis) (llegó a los 70 Km diarios!!).
Y en un año consiguió regenerar todos los vasos que alguien dio por perdidos…
Cuídate, eMe, disfruta y sobre todo, ¡¡¡nunca tires la toalla!!!.
Un besazo gigante 🙂
Vaya si te entiendo. Tengo la rodilla igual a causa de una caída hace un par de años, y empiezo a ver que habrá cosas que no podré hacer.
Pero hay tantas otras que sí podré seguir haciendo o incluso comenzar a hacer, que mi preocupación no es que una parte se acabe para mí, sino que no voy a poder acabarme yo el resto.
Ey! has recogido el telar de las parcas!!
Entonces, esto es autobiográfico o ficticio?
En cualquier caso, me has tenido pillada hasta el final, qué tensión.
Salu2!!
¡Eso, a ver…! Si no es porque me lo ha dicho la Chica Efervescente, ni me entero.
El no poder hacer deporte es lo que mas coraje me da del mundo. Lo que más envidio, no es ser rico, ni viajar por todo el mundo, tener un cochazo, salir con Charlize Thèron… Lo que mas envidio es no poder apuntarme a una maratón. No poder irme a subir el Aneto. No poder llegar a Santiago desde Roncesvalles…
La historia es verídica y hasta los nombres son reales… Pero es una historia… Si a alguien le apetece continuarla… le presto mi rodilla mala, que en éste caso, es más útil 😛
Yo lo que tengo claro es que Ramiro no marcó en ese contraataque. Por que lo único superfluo de la historia es el título. Todos sabemos que no doblarás la rodilla 😉 Además, defendías bien tronco. Como Guti en el año de Capello, que lo ponían ahí atrás…
Algo habrá que se pueda hacer, no? Ni a base de bocatas del Picantón (con mala leche) se cura eso?
PD: yo me iba corriendo de tó dios… pero siempre me dejaba el balón atrás! Gracias por no comentar esos pequeños detalles 🙂
Bueno, sí, un poco menos rubio que Guti, pero por lo demás, igualitos 😛 Que tal la carrera ayer? Te volvió a dar cera Nacho? Mira que es un hombre casado ya!
Entramos juntos en meta, de la manita, como buenos amiguitos.
La cera se la dió el solo, que ha descubierto lo fácil que es caerse de la bici… cuesta arriba.
jajaja acabo de leer el post… qué recuerdos, lo mismo vuelvo en abril.
PD: Jose Luis este año te espero en la media maratón… a ver si me coges… jejeje.
Joder Woper! No sabía que seguías pasándote por aqui!
Por donde anda ese Woperon?
Respecto a la carrera, no despiertes a la bestia…
me aficcioné a las carreras populares y ahora no me pierdo una
PD: cuando me aburro en el curro repaso todos los marcadores de firefox… y hoy a estas horas ya hay pocas ganas de trabajar.
La realidad de toda esta historia es que «YO» le hice la temida «ramiriña», que ni el veloz Aquiles antes de lo del talón, podría haber parado.
🙂 Hilo nuevo para el telar!
http://cuentalecuentosalsol.blogspot.com/2010/08/viaje-al-nilo.html