De cuando veranos de tres meses
Ni muy alta, ni muy baja, ni muy gorda, ni muy flaca, tenía dos inmensos ojos verdes que olían a sal, y una boca carnosa que hacía barbacoas a besos, calzaba una serena sonrisa del cuarenta y siete que nunca se quitaba de encima, y aquel verano de los diecisiete años, solo tuvo ganas de …