Te quiero
– Lo sé. Yo también te quiero. – Entonces…? Por qué me haces decírtelo? – Para ver si has dejado de querer ocultármelo.
– Lo sé. Yo también te quiero. – Entonces…? Por qué me haces decírtelo? – Para ver si has dejado de querer ocultármelo.
Sucedió la perfecta noche de verano. En Carmona, Sevilla, paradigma del bon vivant andaluz. Cañas vacías de cruzcampo adornaban la mesa, y un salmorejo andaba ya mediado. La plaza bullía de gente celebrando el final del Sábado. Parecía que se había hecho de noche para que el sol no le molestase en la cara y …
Quien nos iba a decir que no estábamos solos en la inmensidad insondable del universo de tus enormes ojos negros.
Mi ratito de mindfullness de los Domingos por la mañana, o como siempre le hemos llamado: la resaca de antes del vermú
Perdida ya toda voluntad, rendida de por vida a sus ojos verdes, maldijo la noche en que sometió a sonrisa la decisión de volver a verla, dándose cuenta del segundo preciso en que grapó el destino de sus mejores días a su sinuosa sombra, para vagar a ras del suelo que ella acababa de pisar, …
…dice. Y se me vuelve todo una frustración, una impotencia, de no encontrar en los dedos la profundidad con que recuerdo sus historias.
Se disculpó y se levantó lentamente, la mirada clavada en ella. No podía ser, después de tanto tiempo. No podía ser, con ese color de pelo, con ese corte, con ese mismo brillar. Se despiden en el semáforo. Tres, cuatro veces. Sonríen cada vez que se vuelve a cerrar… y allí siguen. Sin moverse. Sin …
Fuimos leyendas del bar que nunca estuvo de moda, fuimos los dioses de las esquinas de las iglesias por donde nadie pasaba. Nudos de hilos sueltos, mensajes sin leer en el móvil, transportistas de apuntes, fuimos una hora más tarde de la permitida, copas pagadas con restos del bolsillo. La humildad nos la da la …
«He descubierto una canción», «me sobra una entrada», «faltabas tú», «¿irás?» y cien formas de no decirte que me tienes hasta las trancas.
Agítame un rato cuando veas que se me gastan las pasiones, que me vuelva la vida como a las linternas de pilas viejas, que en estos tiempos a veces se nos olvida que, a lo que hemos venido, es a dar luz. «Me mato por mi equipo y por su pelo»