Fin.

Empecé a escribir mienteMe con el dolor de una pérdida. Lo alimenté de ellas y lo regué de todo el crapulismo que logré encontrar. Disfruté el malditismo, y ,de camino, encontré a los mejores compañeros para llenar historias que contar. Se me ha gastado el color del pelo, se me ha secado el estómago y echo de menos a más gente que la que espero conocer.

No tengo ganas de escribir. Hace mucho ya.

Dejaré que mienteMe descanse tranquilo. No lo envejeceré más a fuerza de melancolías, obligaciones y escritos apresurados sin fondo ni largura. Se cierra un círculo, con otra pérdida escociendo en el pecho, en Córdoba, donde todo sabe un poco más, dieciséis años después.

Gracias a todos. A los conocidos y a los desconocidos. Y a los conocidos que no consigo identificar. Éste fue un lugar de mentirijillas, de disfraces, de verdades a medias, historias inventadas, personajes irreales, pegos y promesas que jamás pensamos cumplir.

Suerte. Y vida.

Estocolmo

Perdida ya toda voluntad, rendida de por vida a sus ojos verdes, maldijo la noche en que sometió a sonrisa la decisión de volver a verla, dándose cuenta del segundo preciso en que grapó el destino de sus mejores días a su sinuosa sombra, para vagar a ras del suelo que ella acababa de pisar, besando el vacío que acabase de dejar.

…y aún fue feliz.

Domingos

Amaneció con una lejana melodía… fuera hacía frío, y era Domingo. Odio los Domingos porque el mundo se acaba. El fin de semana, los planes, todo el universo que arranca un Viernes por la tarde, un coche y una carretera por recorrer, se acaba el Domingo.

Ella habló bajito desde debajo de la manta, y le sonreían los ojos aún a medio vaciar de sueño…

-Buenos días…- dijo. Y pareció que para ella el Domingo no se acababa el mundo.
-Es la misa…-
-cómo…?-
-La música… Es la misa… El vecino ha puesto la misa en la tele…-

Se rió. Y convenimos pecar mientras el alma del vecino se hacía más pura y reclamaba nuestra parcela en el cielo… Y el fin del mundo se volvió dulce gracias a ella.

*M. ha comido hoy merluza con pimientos.
*M. está escuchando la tele de fondo, pero no suena la Santa Misa…
*M. sueña con litros y litros de ginebra.

Escribe!

…dice.

Y se me vuelve todo una frustración, una impotencia, de no encontrar en los dedos la profundidad con que recuerdo sus historias.