Garoña…?

Tantas vueltas con las centrales nucleares cuando todo el mundo sabe que lo realmente peligroso, lo que se diría que hay que mantener aislado bajo metros de hormigón reforzado, es la verdad descontrolada.

Nunca vayas de frente, siquiera un poco «de laíllo», que se dice aquí, los valientes con el pecho roto ya no quedan bien ni en las películas.

Setecientas canciones que escojas tu

A la Chica del Mini Amarillo se le ha roto la radio del coche y solo da la SER. Ésta mañana llevó el coche al taller, donde los mecánicos visten batas blancas como si fuesen premios nobel trabajando en su laboratorio, pulcros y aplicados, y le dijeron que para que vuelva a poder escuchar los cuarenta comerciales tiene que aflojarles setecientos euros del ala sin discusión…

Anda que se la llevan los demonios…

Me he puesto a pensar que ahora que las canciones están a euro la unidad, podría (con mucho tiempo, cierto) pensar una lista de setecientas canciones geniales que jamás te pondrían en los cuarenta…

Y puedo empezar con…

Rebeca Jimenez y su delicioso «Despertarme Contigo» de su fantástico primer disco, «Todo Llegará», ahora con edición especial, por si no era de por sí suficientemente especial… (Lo quiero!!)

O con… Vetusta Morla con su también primer discazo y joyas como «Un Dia en el Mundo» o «Copenhague»

O bien con… Smoke City, para variar el registro, y su mágico «Underwater Love», incluído en aquel disco de la peli que produjo el venerado Jack «QuienEsEseTioConNombreTanComún» Johnson…

O con…

…sugerencias?

Hoy sí nos hemos hecho viejos

Cuando dentro de cinco, seis, o diez años, en fin de año, con media copa de más, te animes a intentar hacer el moonwalk y tus hijas te miren como diciendo «¿qué coño hace papá haciendo el gamba?», te darás cuenta que hoy se han muerto muchas cosas de cuando éramos niños…

…hoy se ha muerto medio cacho de la década de los ochenta. Larga vida al Rey.

Yo hoy me pongo calcetines blancos

Prefiero equivocado

En cierta ocasión le preguntaron a Jacinto Benavente por qué siempre hablaba bien de Valle Inclán cuando éste siempre hablaba mal de él.

Don Jacinto respondió: «Tal vez estemos ambos equivocados»

Grande.

Sipote!

Hace algo así como seis o siete años me vi yo, extrañas circunstancias que se dan, charlando con Antonio Benitez, un tipo al que no le prestarías ni un boligrafo bic, que había pasado más vida en la cárcel que fuera de ella, canijo como el corte del papel de biblia y con la espalda completamente tatuada con un historiado falo más grande que las torres del Santiago Bernabéu.

«Anto… Antonio», comencé, tragando saliva ruidosamente mientras fijaba la vista en el suelo y preguntándome qué ganas tendría yo de morir un dia primaveral como ayer, o siquiera de ganarme como enemigo a un ex-todo deshauciado de la vida. «Que digo yo… como… es… que tienes un tatuaje de un pene en la espalda… tatuado… ahí…?»

Antonio no disimuló un gesto de fastidio, entrecerrando los ojos y ladeando la cabeza. «Er puto niñato ehte hasiendo la preguntita de los cohone…» pensó… Chasqueó la lengua… Apuró su cigarrillo… Sonreí nerviosamente… Empecé a sudar a chorros…

Si hay diez niveles de ronquera, a Antonio Benitez le crearon un nivel en lo más alto para él solo, y con tan desagradable golpeteo de cuerda vocal y su impecable cordobés, léntamente y sin mirarme, dijo:

«Nunca le piah a tu mehó amigo que te tatúe ar crihto de loh faroleh donde no pueah vehlo… porque a lo mehó no eh tu mehó amigo…»