Corto de miras

– Así nunca vas a llegar lejos…

– ¿Y quién quiere ir lejos teniéndote a ti tan cerca niña?

Preparando el finde

– No te olvides el bañador! y la chaqueta, por si hace frío!… y algún jersey!

– Pues tú olvídate todo…

Utilízame…

No he dejado la puerta del baño abierta para que se escape el vapor, no hemos subido a mi casa a mirar el programa del cine, no te mirado el culo por los vaqueros nuevos, y sí, te miraba los labios cuando subíamos en el ascensor…

No tenías nada que hacer por mi barrio, no te has sorprendido al verme, esa no es tu ropa interior de diario y ese botón desabrochado no es porque tengas calor…

No estamos a solas por azar… o sí… pero es de esa suerte de casualidades que deberías aprovechar…

Yo no sé cuanto puedo esperar…

Utilízame…

…y al cuadragesimotercer dia…

…resucitó de entre los muertos. Alex dijo: «levántate y anda, y ve a prepararme un café mientras yo pongo online el puñetero -Alex nunca dice tacos- mienteMe de las narices…»

Ahora no os pongais farrucos y pidais que el pobre arregle también el buscador…

Yo soy Romeo

– hola… te llamas Julieta, verdad? Jose me lo ha dicho… Yo soy Romeo…

Hasta lo de Romeo había permanecido con la mirada perdida, arrojada sobre algún lugar del final de la barra. Hasta lo de Romeo, no me merecí que me mirase. Hasta lo de Romeo no era nadie, después era el merecido ganador de una mirada mezcla de hastío y desprecio, que cantaba a voces una irónica oda a mi originalidad…

– No me digas… Casi no puedo creerlo…

Tenía unos gigantescos ojos marrones, una nariz respingona y unos labios grandes y carnosos… lástima de su expresión aburrida, pero sí, era MUY guapa… estaba MUY buena, Roberto no se había equivocado…

Lástima que aún sin haber siquiera terminado de expresar su incredulidad devolviese su pesada mirada a donde la tenía antes abandonada. Lo de Romeo era la técnica más manida de su vida, de hecho, nadie había intentado otra, convencidos quizás de que se les había aparecido una idea feliz digna de que Julieta, sin necesitar otra andanada, cayese hundida a sus braguetas… Quién sabe? Igual al primero de todos sí le funcionase, pero la mirada que Julieta me había dedicado era una notificación firmada de que al numero cientodieciséis, no le iba a funcionar…

– Romeo, tengo un antojo… me encantaría que cogieses tu caña y te fueses tan lejos de mi lado como seas capaz, a ser posible en algún lado por detrás de mi, donde para mirarte tenga que hacer un esfuerzo incomodísimo que, dicho sea de paso, no voy siquiera a intentar…

Jose te lo había dicho. No hagas la bromita de «Julieta? Soy Romeo…». Daba igual. Nadie nunca te dice qué puedes o no hacer. Cientoquince Romeos fracasaron antes, pero tú no eres igual que ellos. Tu no eres como nadie. Tu eres tú. Los demás, sólo pueden aspirar a ser los demás…

– No he dicho que me llame Romeo. He dicho que SOY Romeo…

Cogió su caña de la barra, la acabó de un sorbo. Dejó un euro que sacó de lo más profundo del bolsillo derecho de sus vaqueros y se despidió del camarero, pero su voz sonaba lejana…

SOY Romeo había dicho… Será capullo… Romeo…

Y se fué a algún lugar por detrás de su espalda…

…Julieta hubiese deseado que se hubiese marchado por la puerta que había frente a ella…

(Hoy me he despertado en El Telar De Las Parcas.)