La mujer perfecta
Hace años, en aquella ladera, entre eucaliptos, desde dónde se ve Córdoba, y desde dónde solíamos llamar a Jarelillo para convocar a ‘los granaínos’ a un finde en Marbella… dónde dábamos cuenta de las caracolas que comprábamos en la pastelería El Brillante, después de que el tipo aquel que se hizo de repente colega mio nos comiese un rato la oreja…
Nacho: Tio, ojalá que cuando me case, a mi mujer le mole venir a sitios así… tiene, que molarle, si no, no es mi mujer perfecta…
eMe: Sí, y que le guste el esquí, nuestra temporada de esquí no se puede joder…
Nacho: Total… Y los perros… porque yo quiero tener perro. (…) Y que sea coqueta y no se deje, no quiero descubrir un dia que no me gusta mi mujer, o que me gusta más la tuya…
eMe: qué mamón! …pero que no sea demasiado sofisticada, natural…
Nacho: A mi me gustan pijillas… Y que sea del Madrid, para ir al Bernabéu de vez en cuando… Esos domingos llevando a los enanos a ver a Casillas con 40 tacos guardando la portería del Madrid… Qué mítico va a ser… Los domingos tenémos que organizarlos así, a medio dia, comemos en un restaurante que te cagas y por la tarde, al Bernabéu…
eMe: Y como llegamos a Madrí?
Nacho: Coño, en el avión… no ibamos a ser ricos?
eMe: Joder, claro… es verdad…
Se hace el silencio. El viento mueve las miles de hojas de los eucaliptos provocando ese sonido que siempre me ha recordado al agua saliendo de la ducha con presión, pero suavito… Desde que lo oía desde la ventana de clase, por las tardes, en Las Teresianas…
eMe: Esa tia no nos aguanta ni tres horas… Es demasiado…
Sigue saliéndo agua de la ducha. Empieza a refrescar, y pronto será tiempo de bajar la ladera hacia la moto y volver a casa, o al Borracho de Oro a pedir unas ‘Despes’ y jugar un par de partidas al ‘Find It’…
Nacho: Bueno… pues que sea del Atleti…