Ella dice: En qué piensas?…
…Y tu te jiñas vivo… Tenías la mente en pulcro blanco, o no, pero has oido esa pregunta y te ha dado diarrea tal, que en lo único que piensas ahora es en salir corriendo al baño…
Eum… en nada nena, por qué?…
Todos sabemos ya que la cosa no va a quedar ahí. Ella ha lanzado la pregunta trampa número uno del manual. Lo cual quiere decir que da igual qué digas, qué hagas, cuanto la quieras, si suena el teléfono o llega tu madre. La has cagado. Vas a terminar discutiendo. Élla así lo ha decidido. Élla manda.
Es imposible verlas venir. Por eso las llamamos «preguntas trampa» (los tios poniendo nombres es que somos de un ingenioso…). Las hay mas trilladas y más originales. Las trilladas son chungas. Te las hacen, tu sabes que ya la has cagado y que no queda otro remedio que santiguarse y aguantar el dolor. Si fuese un cepo, te lo pondrían directamente en la pierna en lugar de dejarlo en mitad del pasillo. Y tu calladito, que es mas tierno. Ejemplo claro de éste tipo es la de «¿No me notas nada?», que desemboca en una búsqueda desesperada, y, desde el principio inútil, de un cambio en el corte de sus puntas, color de maquillaje, ropa, bolso… Para terminar siendo verbalmente apalizado por no percatarte de ése nuevo colgante tribal tan étnico que se acaba de comprar…
Las originales no son mejores. Te das cuenta de ellas por la humedad en la oreja. Igual hasta sueltas una respuesta antes de darte cuenta de que has metido la pata hasta la cabeza en la mierda, …y que sigues sin hacer pie…
Estás tranquilamente leyendo y dice ella:
«quieres que salgamos esta noche con mis amigas?»
Tu, que estas en lo más chungo del código Da Vinci, con el puto Silas éste persiguiendo a Audrey Tatou, abres el cajón de preguntas estandar, sacas una al azar y dices:
«Lo que quieras cielo…»
Palmaste como un ceporro… Porque es que a ti siempre te da igual, siempre ahi tirado, ya no la quieres, y no la sacas a la calle (esta expresión siempre me hizo gracia…) y ella esta «harta, eMe, HAR-TA…» (Cuando separa las sílabas así siempre te queda la duda de si deberías estar tomando notas…) de ésta situación…
…Ni pestañeas… Vuelves la vista atrás… «¿Cuando ha sido que la he cagado? … ¿Yo que dije? … ¿Huele a mierda?». Piensas lo que puedes decir para intentar salir del charco… Tranquilamente, sabes que tu vida depende de esta frase. Es mucho mas importante que cualquier cosa que Luther King o Descartes dijese en ningún momento, aunque quién sabe, igual ellos estaban casados también… Se agota el tiempo… y al final…
«Oye nena… te has cortado las puntas? estas guapísima!»
¿Por qué Dios nos hizo la gracia de darnos tal máquina de precisión sin un cursillo básico o manual cuanto menos? Aunque también… ¿qué sería de nuestra fascinación por ellas si supiésemos todo sobre ellas? Como dice Arjona: «Mujeres. Lo que nos pidan, podemos. Si no podemos, no existe. Y si no existe lo inventamos…»