Llegar a la cima… plantarte en lo más alto de la península, mirar al horizonte… sentirte por encima de medio mundo… y pensar que encima de quien realmente quieres estar es de cierta niña a la que se la pela el montañísmo…
…Dormía a tres mil metros de altura y a algunos más de la cama que añoraba… No sabía cual, pero se sentía enteramente un cateto…
Nota: Lo sé… Pero no me seáis tan trigonométricos…
Estar en la cima de una montaña tiene algo parecido a lanzarse en una declaración de amor… la sensación de falta de oxígeno.
Y eso de lanzarse implica que puedes pegarte un batacazo de dimensiones estelares o aterrizar elegantemente y triunfar de una manera espectacular. Muchos paralelismos, sí.
Asfixia, vértigo y ostiazo… Enamorarse es la leche eh chicas?