«Un caballero siempre paga sus deudas.»
Y como lo decía de esa forma, quedándose tan callado después, mirando por la ventana, que no sabías si en realidad había hablado él o el reloj de pared del fondo de la salita, tus nueve años se lo creían, y lo memorizaban, a sabiendas, que se lo tendrían que recordar a los veintidós que, hasta hoy, vendrían después.
…y en más de veinte años uno se ha levantado cabrón muchas mañanas, y pobre en otras muchas más, pero en todas, caballero.
esos recuerdos son tesoros… y sus enseñanzas, más, caballero
😉
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