Madrugadas
Se me rinden las rodillas a las proposiciones indecentes. No nací para olvidarte.
Se me rinden las rodillas a las proposiciones indecentes. No nací para olvidarte.
Estaba más guapa que nunca, desde que lo dejamos, hacía ya quince o veinte minutos…
…es cuando no te hablo que te pienso.
Deben ser mis dioptrías, no puedo verte lejos.
No pegaban nada, y sin embargo, nada supo separarlos…